Comentario
Las cualidades de la escuela granadina, en la que se fundían las influencias de Cano y Mena, llegaron hasta el siglo XVIII gracias a esta familia de escultores, integrada por el padre Bernardo de Mora (1614-1684), sus hijos José (1642-1724) y Diego (1658-1729).Bernardo de Mora fue colaborador de Mena desde 1646 y juntos trabajaron con Cano cuando éste llegó a Granada, aprendiendo en su taller las características de su estilo. Tras la marcha de Mena a Málaga en 1658, para realizar la sillería del coro de la catedral, y la muerte de Cano en 1667, la actividad escultórica granadina quedó en manos del taller de los Mora, cuya fecunda existencia se mantuvo hasta la muerte del patriarca.Con él se formaron sus hijos, siendo José el más dotado y personal. Se dedicó fundamentalmente a realizar imágenes de devoción, con una concepción elegante y esbelta, de perfiles cerrados a la manera de Cano, huyendo como él de las notas dramáticas. Sin embargo, su búsqueda de la expresión mística le acerca también al arte de Mena, aunque su estilo alcanza un carácter singular merced a su interés por profundizar en lo humano.Quizás por influencia de Cano marchó a Madrid hacia 1666, en donde se relacionó con Herrera Barnuevo. Hasta 1680, año en el que ya se afincó definitivamente en Granada, su actividad se repartió entre esta ciudad y la corte, donde en el año 1672 fue nombrado escultor real.De las obras realizadas en Madrid poco se sabe y menos se ha conservado, aunque de esta etapa deben ser la pareja de Ecce Homo y Dolorosa del convento de las Maravillas, en los que sigue la tipología de Mena, que repetirá en numerosas ocasiones a lo largo de su vida.Entre sus trabajos en Granada destacan la Inmaculada de la iglesia de los Santos Justo y Pastor, cuyo diseño en forma de uso depende de Cano, y la hermosa imagen de San Antonio de Padua de la iglesia de las Angustias. De 1671 es la Virgen de la Soledad de la iglesia, granadina de Santa Ana, en la que recoge el modelo de Becerra, que pudo conocer en Madrid o a través de la pintura hecha por Cano para la catedral de Granada. Un dolor contenido impera en esta magnífica talla, sin duda uno de los ejemplos más significativos de su producción.También lo es el San Bruno de la sacristía de la cartuja de Granada, de pequeño tamaño según es habitual en esta escuela, al que domina una intensa vibración mística. En sus últimos años sus figuras se alargan y languidecen con expresiones de honda melancolía y se tornan cada vez más refinadas y formalmente caprichosas, anunciando ya el Rococó, (esculturas para la capilla del cardenal Salazar, catedral de Córdoba, h. 1700; San Pantaleón, iglesia de Santa Ana, Granada).Sin embargo, en el San Bruno del Sagrario de la cartuja de Granada, de tamaño natural, da una visión nerviosa y agitada, en la línea del más puro barroquismo.Su hermano Diego, influido por él, posee un estilo amable y delicado, plenamente dieciochesco.